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Un artista argentino aborda la actualidad social, "Oscar Elissamburu y su amarga sátira del mundo de hoy"
Por Jorge Glusberg, Director del Museo Nacional de Bellas Artes.

"Retórica de la democracia"; contemporáneos estadounidenses, Daniel J. Boorstin, fue un ensayo difundido en 1974. Al analizar el tema, refiriéndolo a su país, donde ha sido y es esencial, dice Boorstin: "Pero en una sociedad vigorosa y amiga de las innovaciones, como la nuestra, la publicidad más eficiente tiende a ser autodestructiva. Para crear un lugar común debe ofrecerse algo que todos acepten; por lo tanto, el anuncio más exitoso se elimina a sí mismo al transformarse en un lugar común. El caso más evidente y reiterado es el de la incorporación al lenguaje diario de las marcas registradas para aplicarlas a productos similares". En sus obras recientes, Oscar Elissamburu (1997) aborda, desde la sátira social, el fondo mismo de esta "retórica de la democracia", según el término de Boorstin. Es otro pensador norteamericano, Charles A. Reich, quien se burló de la publicidad al aconsejar la lectura exclusiva de los avisos del diario, porque "siempre traen solamente buenas noticias" ( en su sentido original, advertisment significaba "noticia"). Precisamente aquí es donde Elissamburu ancla su deconstrucción. La imagen de medio cuerpo de un hombre, que tiene los brazos cruzados sobre el pecho y sonríe, tomada quizá de algún anuncio publicitario fisiculturista, da oportunidad a Elissamburu de iniciar su desmontaje, al presentar esta estampa con el título Nuevo hombre para el Primer Mundo. Es toda una alegoría: la disolución de los regímenes comunistas de Europa (1989-91) borró el llamado Segundo Mundo, puso al Tercer Mundo, globalización económica financiera mediante, en la necesidad obligatoria de sumarse al Primero, junto con las Naciones del Segundo, volcadas súbitamente a la democracia y a la economía de libre mercado. Este "nuevo hombre" de Elissamburu ironiza, pues, acerca del orden universal de hoy. Sin embargo, el artista diferenció el concepto: una serie de pinturas posteriores convierte al "nuevo hombre" en un ser anónimo. Ha desaparecido la cabeza y su sonrisa de confianza, hasta terminar en un torso que apenas conserva los brazos. Una leyenda traída también de la publicidad fue insertada por Elissamburu en esta serie: "Emplear antes de....", y así titula una de las pinturas que la integran. Se interna entonces en un tema acucioso de nuestros días: la falta de empleo. De tal modo, el torso, repetido, se torna en otra imagen-símbolo de una de estas obras, Desocupados. El "nuevo hombre", descabezado, dueño tan solo de sus brazos - sinónimo del trabajo anterior al de nuestra época, basado en las condiciones mentales - es El protagonista ( titulo de otra obra ) de la actualidad de economía globalizada. Pero si recordamos que esa palabra viene de "agonía", esto es, "lucha", "angustia", advertiremos que el desocupado también puede ser Frágil y Explosivo ( otro titulo de la serie ), y hasta construir Peligro de muerte. La pintura así designada nos muestra el torso crecido en dimensiones, de abajo arriba, como los genios buenos o malos que se escapaban de una lámpara o una botella en las narraciones fantásticas ( esta imagen del torso aparece también en las tres versiones de Podio para desocupados, de mordaz impacto satírico). Elissamburu propone otra definición del "nuevo hombre"; se trata ahora de un simple envase, de un Envase desocupado, con lo cual remite al packaging, una técnica publicitaria. A partir de esa definición, el artista marplatense asume la idea del envase para trasladarla al torso femenino, tan codiciado por los avisos de indumentaria y cosméticos. El tema de la desocupación laboral cede, entonces, ante el tema del vacío y la soledad que deparan las sociedades de hoy. Somos envases: ni hombres ni mujeres. Pero envases desocupados, vaciados de todo contenido, meras representaciones figurativas; envases descartables, que son propuestos por la publicidad como un adelanto de la técnica y el marketing, en busca de una mayor comodidad y un mejor consumo. La advertencia "Emplear antes de...." cobra ahora su sentido último: antes de que el "nuevo hombre" de cualquier mundo a secas, se vea transformado en algo menos que un autómata, en un recipiente inservible, no después sino antes de ser utilizado. De ahí a la idea del mundo como envase desocupado y descartable, inútil, sin destino, hay en verdad un paso, y Elissamburu no necesita darlo; lo damos nosotros.


Prólogo para el catálogo de la muestra "Envases".